Un tema central en la exposición del "judaísmo mesiánico" y “nazareno” es la crítica al Concilio de Nicea (325 D.C.). Y el tipo de argumentos que esgrimen se han hecho comunes a otros ámbitos: por ejemplo, a aquellos que sostienen que el Canon Bíblico fue manipulado dejando afuera “evangelios” con otros enfoques de Jesús/Yeshua que han sido “ocultados”, especialmente su relación con María Magdalena y su posición en la misión apostólica y en la iglesia cristiana primitiva. Y también integra este grupo de argumentos la afirmación con ribetes de alto contenido emocional de que el ocultamente de los evangelios apócrifos y la manipulación de los textos sagrados fue perpetrado por una confabulación entre el emperador Constantino y la Iglesia Católica – que era la única organización cristiana en esos días - durante el Concilio de Nicea.
Digamos de un modo general que si un contubernio incubado en las tinieblas fuera capaz de borrar de la historia la verdadera “doctrina de los apóstoles”, recibida directamente de boca del Maestro, guardada en los corazones de los apóstoles, y expuesta bajo la unción del Espíritu Santo, nuestro Dios/Elohim y su Amado Hijo - y el Espíritu Santo - habrían demostrado muy poca autoridad y poder para defender su Mensaje a los hombres. Y si así fuera, poco podríamos confiar en que YaHVéH está guiando en misterio a la historia de las naciones para cincelar en ella, y llevar a buen fin, el plan redentor establecido desde antes de la fundación del mundo. Es decir, tendríamos que aceptar un Dios/Elohim vencido y su “iglesia” tomada completamente por el Maligno durante por lo menos diecisiete siglos.
¡Gracias a Dios/Elohim que este no fue el caso!.
Pongamos las cosas en foco: el objetivo excluyente del Concilio de Nicea fue resolver la controversia arriana. Y junto con este tema central – y de paso – se trataron algunos temas administrativos de una “iglesia” que había adquirido un tamaño incluso mayor que el territorio del Imperio, pero mantenía criterios diferentes en diferentes regiones que era necesario uniformizar. Pero el tema excluyente que atraía toda la atención de los presentes era decidir sobre la naturaleza de Jesúscristo/YeshuaHamashiaj: ¿era este eterno o creado en el tiempo? ¿era de la misma sustancia que el Padre o no? . Ese fue el tema de la convocatoria que debía resolverse a partir de los planteos de Arrio.
Por lo tanto en este Concilio nada se discutió o se resolvió, ni a la vista ni en las sombras, sobre el Canon Bíblico, tema este que transitó por otros caminos y tuvo un tratamiento posterior (nota 1).
Digamos también que la palabra "Trinidad" no aparece en el Credo de Nicea (lo reproducimos en otra entrada). Este término aparece en un texto posterior – el “Credo Quicumque" – que se cree que fue generado en el sur de Francia en el siglo V. El Concilio de Nicea solo se dedicó a reafirmar para toda la “cristiandad” - es decir la iglesia "católica" en el sentido de "universal" - el dogma apostólico de que Jesús/Yeshua – el Verbo - es eterno como su Padre y no creado en el tiempo como pretendía Arrio.
Entremos en tema: Arrio fue un presbítero y predicador de Libia trasladado a Alejandría en donde quedó bajo jurisdicción del obispo Alejandro. Y la controversia comenzó por un desacuerdo entre Alejandro y Arrio sobre como trasladar a términos filosóficos griegos la revelación de los evangelios sobre la naturaleza del Padre y el Hijo (el Verbo).
Arrio afirmaba que sería mucho mas “fácil de entender filosóficamente” la naturaleza del Verbo si se le adjudicara no solo una posición subordinada al Padre, sino también una sustancia “algo inferior” y se le incluyera entre las creaciones del Padre (es decir, que no fuera eterno ni increado). Decía que la formula que, por ejemplo, había acuñado el patriarca Tertuliano: “una sustancia y tres personas” para referirse a la naturaleza de Dios/Elohim era un “absurdo filosófico”.
El Obispo Alejandro y su diácono Atanasio – por entonces veinteañero – se opusieron frontalmente a esta “facilitación filosófica” de la "doctrina de los apóstoles" que proponía Arrio, y este, sintiéndose contrariado, escribió una carta a Eusebio de Nicomedia, obispo cercano al emperador Constantino exponiendo su doctrina “facilitadora”. Y a Eusebio de Nicomedia tanto le gustó la "solución" de Arrio que la hizo suya y la publicitó por todo el Imperio – y aún mas allá de el a visigodos, ostrogodos y vándalos - poniendo todo el peso de su autoridad detrás. De esta manera – con un portavoz tan prestigioso e influyente - el arrianismo adquirió un carácter universal (para el mundo conocido de entonces) y la polémica estaba servida.
Interesa saber que Constantino – que finalmente convocó a un Concilio para resolver la controversia en la ciudad de Nicea, cercana a Nicomedia, en donde tenia su palacio de verano - simpatizaba con el arrianismo y estaba bajo la influencia espiritual de Eusebio de Nicomedia, cuyo obispado cercano y la amistad con su hermana le daba acceso fluido al emperador. Y que el Papa de Roma – Silvestre I - ni siquiera concurrió a Nicea porque estaba muy anciano, siendo representado por dos presbíteros de los cuales no se registra ninguna participación importante. Quien si tuvo protagonismo e hizo valer el peso de su autoridad espiritual ante al emperador (a cuyo padre había servido) fue Osio de Cordoba. Este era obispo de Hispania, de familia romana, y una de las figuras mas destacadas de su época.
En una carta, el emperador Constantino expone su actitud hacia las herejías que nacían en una "iglesia" cristiana que se estaba consolidando, sometida a muchos “fuegos extraños” y transversal a muchas culturas:
Es que habiendo puesto a la “iglesia” cristiana en el corazón de su Imperio - luego de haber derrotado a poderosísimos enemigos que esperaban la revancha - todo lo que la conmoviera era un tema de seguridad interna. Especialmente en en tiempos en que los temas teológicos adquirían extrema virulencia. La división de los pueblos bajo su dominio en torno a doctrinas de fe opuestas dentro de la significaban – o podían convertirse dado el modo en que encendían los ánimos – un cisma político latente que le era imperioso controlar a tiempo.
En aplicación entonces de esta política Constantino convoca a Nicea - pagando los gastos de traslado - a los mas relevantes obispos de todos los rincones de su Imperio. Por Alejandría – en donde surgió esta controversia - acudió el obispo Alejandro acompañado de Atanasio, su joven diácono. Muchos de los obispos presentes en Nicea eran sobrevivientes de persecuciones anteriores – de Diocleciano - y por lo tanto habían recibido el “bautismo de fuego” de su fe. Osio de Córdoba era uno de los que habían sufrido tortura y aun las sufriría en las rep`licas post-Concilio de parte de uno de los hijos de Constantino que quiso revisar las decisiones de su padre. Es decir: o había obsecuentes del emperador en Nicea.
Los voceros principales eran pues: por el arrianismo el obispo Eusebio de Nicomedia, y por la defensa de la ortodoxia Alejandro y su diácono Atanasio (y el obispo Osio de Córdoba, que presidía el Concilio y resultó fundamental en la definición final). Y así relata un testigo presencial cual fue la reacción de la asamblea ante la exposición de la doctrina "facilitadora de la comprensión filosófica" de la naturaleza del Verbo puesta a consideración:
¿Quien entonces contradijo la herejía arriana? ¿un contubernio entre Constantino y el ausente obispo de Roma? ¿o mas bien las cabezas mas lúcidas y militantes del pueblo cristiano de todas las regiones del Imperio – y mas allá - allí presentes?. Constantino que, como expresó en la carta transcribo mas arriba - y otros testimonios - no tenía intenciones teológicas propias sino que mas bien quería lograr una "uniformidad acordada" (“consenso” en palabras de hoy) para asegurar la paz a su Imperio, tuvo que abandonar a su preceptor espiritual Eusebio de Nicomedia y pasarse al bando de Alejandro, Atanasio y Osio de Córdoba. Y finalmente se redactó y aprobó el Credo de Nicea que publico en otra entrada.
Pero el tema no quedó saldado allí, lo que sería de esperar si realmente este Concilio hubiera sido un contubernio manipulado. Mas bien la controversia arriana se prolongó mucho mas allá de la muerte del obispo Alejandro, de Arrio y del mismo Constantino. Este incluso osciló entre una y otra posición después del Concilio de Nicea ya que Eusebio de Nicomedia no dejo de intrigar a favor del arrianismo aprovechando su libre acceso a él por las cercanías a su palacio de verano del emperador y las amistades familiares. Finalmente se dice que fue él mismo – Eusebio de Nicomedia, campeón del arrianismo - quien lo bautizo poco antes de su muerte.
Los herederos del imperio – hijos de Constantino – tomaron partidos opuestos. Y tantos fueron los cambios de posición de la cúpula política imperial, acostumbrada a favorecer políticamente una u otra posición persiguiendo a los líderes de la que caía en desgracia, que Atanasio, sucesor de Alejandro en el obispado de Alejandría, fue desterrado seis veces y seis veces restituido a su cargo, escapando a veces milagrosamente de sus perseguidores. Y en esos tiempos peligrosos fue cuando produjo una abundante cosecha literaria en donde defendió lúcidamente la "doctrina de los apóstoles" ortodoxa. Dios/Elohim siempre rodea a sus principales siervos de alguna forma de tribulación para afinar su espíritu y lograr su excelencia.
Para fijar conceptos de los que venimos hablando veamos como Arrio exponía su posición:
Y veamos la magnífica síntesis de Atanasio con respecto a la naturaleza del Padre y del Hijo - el Verbo - que mantenemos todos los cristianos hasta hoy, en concordancia con la "doctrina de los de los apóstoles":
Digamos de un modo general que si un contubernio incubado en las tinieblas fuera capaz de borrar de la historia la verdadera “doctrina de los apóstoles”, recibida directamente de boca del Maestro, guardada en los corazones de los apóstoles, y expuesta bajo la unción del Espíritu Santo, nuestro Dios/Elohim y su Amado Hijo - y el Espíritu Santo - habrían demostrado muy poca autoridad y poder para defender su Mensaje a los hombres. Y si así fuera, poco podríamos confiar en que YaHVéH está guiando en misterio a la historia de las naciones para cincelar en ella, y llevar a buen fin, el plan redentor establecido desde antes de la fundación del mundo. Es decir, tendríamos que aceptar un Dios/Elohim vencido y su “iglesia” tomada completamente por el Maligno durante por lo menos diecisiete siglos.
¡Gracias a Dios/Elohim que este no fue el caso!.
*El tema central del Concilio
Pongamos las cosas en foco: el objetivo excluyente del Concilio de Nicea fue resolver la controversia arriana. Y junto con este tema central – y de paso – se trataron algunos temas administrativos de una “iglesia” que había adquirido un tamaño incluso mayor que el territorio del Imperio, pero mantenía criterios diferentes en diferentes regiones que era necesario uniformizar. Pero el tema excluyente que atraía toda la atención de los presentes era decidir sobre la naturaleza de Jesúscristo/YeshuaHamashiaj: ¿era este eterno o creado en el tiempo? ¿era de la misma sustancia que el Padre o no? . Ese fue el tema de la convocatoria que debía resolverse a partir de los planteos de Arrio.
Por lo tanto en este Concilio nada se discutió o se resolvió, ni a la vista ni en las sombras, sobre el Canon Bíblico, tema este que transitó por otros caminos y tuvo un tratamiento posterior (nota 1).
Digamos también que la palabra "Trinidad" no aparece en el Credo de Nicea (lo reproducimos en otra entrada). Este término aparece en un texto posterior – el “Credo Quicumque" – que se cree que fue generado en el sur de Francia en el siglo V. El Concilio de Nicea solo se dedicó a reafirmar para toda la “cristiandad” - es decir la iglesia "católica" en el sentido de "universal" - el dogma apostólico de que Jesús/Yeshua – el Verbo - es eterno como su Padre y no creado en el tiempo como pretendía Arrio.
* El arrianismo y la citación del Concilio
Entremos en tema: Arrio fue un presbítero y predicador de Libia trasladado a Alejandría en donde quedó bajo jurisdicción del obispo Alejandro. Y la controversia comenzó por un desacuerdo entre Alejandro y Arrio sobre como trasladar a términos filosóficos griegos la revelación de los evangelios sobre la naturaleza del Padre y el Hijo (el Verbo).
Arrio afirmaba que sería mucho mas “fácil de entender filosóficamente” la naturaleza del Verbo si se le adjudicara no solo una posición subordinada al Padre, sino también una sustancia “algo inferior” y se le incluyera entre las creaciones del Padre (es decir, que no fuera eterno ni increado). Decía que la formula que, por ejemplo, había acuñado el patriarca Tertuliano: “una sustancia y tres personas” para referirse a la naturaleza de Dios/Elohim era un “absurdo filosófico”.
El Obispo Alejandro y su diácono Atanasio – por entonces veinteañero – se opusieron frontalmente a esta “facilitación filosófica” de la "doctrina de los apóstoles" que proponía Arrio, y este, sintiéndose contrariado, escribió una carta a Eusebio de Nicomedia, obispo cercano al emperador Constantino exponiendo su doctrina “facilitadora”. Y a Eusebio de Nicomedia tanto le gustó la "solución" de Arrio que la hizo suya y la publicitó por todo el Imperio – y aún mas allá de el a visigodos, ostrogodos y vándalos - poniendo todo el peso de su autoridad detrás. De esta manera – con un portavoz tan prestigioso e influyente - el arrianismo adquirió un carácter universal (para el mundo conocido de entonces) y la polémica estaba servida.
Interesa saber que Constantino – que finalmente convocó a un Concilio para resolver la controversia en la ciudad de Nicea, cercana a Nicomedia, en donde tenia su palacio de verano - simpatizaba con el arrianismo y estaba bajo la influencia espiritual de Eusebio de Nicomedia, cuyo obispado cercano y la amistad con su hermana le daba acceso fluido al emperador. Y que el Papa de Roma – Silvestre I - ni siquiera concurrió a Nicea porque estaba muy anciano, siendo representado por dos presbíteros de los cuales no se registra ninguna participación importante. Quien si tuvo protagonismo e hizo valer el peso de su autoridad espiritual ante al emperador (a cuyo padre había servido) fue Osio de Cordoba. Este era obispo de Hispania, de familia romana, y una de las figuras mas destacadas de su época.
*La actitud de Constantino ante las controversias doctrinarias en su Imperio.
En una carta, el emperador Constantino expone su actitud hacia las herejías que nacían en una "iglesia" cristiana que se estaba consolidando, sometida a muchos “fuegos extraños” y transversal a muchas culturas:
"Mi designio era ... primeramente traer los diversos juicios encontrados por todas las naciones con relación a la Deidad a una condición, por así decirlo, de uniformidad acordada; y, en segundo lugar, restaurar un tono saludable al sistema del mundo...”
Es que habiendo puesto a la “iglesia” cristiana en el corazón de su Imperio - luego de haber derrotado a poderosísimos enemigos que esperaban la revancha - todo lo que la conmoviera era un tema de seguridad interna. Especialmente en en tiempos en que los temas teológicos adquirían extrema virulencia. La división de los pueblos bajo su dominio en torno a doctrinas de fe opuestas dentro de la significaban – o podían convertirse dado el modo en que encendían los ánimos – un cisma político latente que le era imperioso controlar a tiempo.
*El concilio de Nicea
En aplicación entonces de esta política Constantino convoca a Nicea - pagando los gastos de traslado - a los mas relevantes obispos de todos los rincones de su Imperio. Por Alejandría – en donde surgió esta controversia - acudió el obispo Alejandro acompañado de Atanasio, su joven diácono. Muchos de los obispos presentes en Nicea eran sobrevivientes de persecuciones anteriores – de Diocleciano - y por lo tanto habían recibido el “bautismo de fuego” de su fe. Osio de Córdoba era uno de los que habían sufrido tortura y aun las sufriría en las rep`licas post-Concilio de parte de uno de los hijos de Constantino que quiso revisar las decisiones de su padre. Es decir: o había obsecuentes del emperador en Nicea.
Los voceros principales eran pues: por el arrianismo el obispo Eusebio de Nicomedia, y por la defensa de la ortodoxia Alejandro y su diácono Atanasio (y el obispo Osio de Córdoba, que presidía el Concilio y resultó fundamental en la definición final). Y así relata un testigo presencial cual fue la reacción de la asamblea ante la exposición de la doctrina "facilitadora de la comprensión filosófica" de la naturaleza del Verbo puesta a consideración:
“En esto estaban las cosas cuando Eusebio de Nicomedia, el jefe del partido arriano, pidió la palabra para exponer su doctrina. Al parecer, Eusebio estaba tan convencido de la verdad de lo que decía, que se sentía seguro de que tan pronto como los obispos escucharan una exposición clara de sus doctrinas las aceptarían como correctas, y en esto terminaría la cuestión. Pero cuando los obispos oyeron la doctrina según la cual el Hijo o Verbo no era sino una criatura - por muy exaltada que fuese esa criatura- les pareció atentar contra el corazón mismo de su fe. A los gritos de "¡blasfemia!", " ¡mentira!" y "¡herejía!", Eusebio tuvo que callar, y se nos cuenta que algunos de los presentes le arrancaron su discurso, lo hicieron pedazos y lo pisotearon.”
¿Quien entonces contradijo la herejía arriana? ¿un contubernio entre Constantino y el ausente obispo de Roma? ¿o mas bien las cabezas mas lúcidas y militantes del pueblo cristiano de todas las regiones del Imperio – y mas allá - allí presentes?. Constantino que, como expresó en la carta transcribo mas arriba - y otros testimonios - no tenía intenciones teológicas propias sino que mas bien quería lograr una "uniformidad acordada" (“consenso” en palabras de hoy) para asegurar la paz a su Imperio, tuvo que abandonar a su preceptor espiritual Eusebio de Nicomedia y pasarse al bando de Alejandro, Atanasio y Osio de Córdoba. Y finalmente se redactó y aprobó el Credo de Nicea que publico en otra entrada.
*después del Concilio
Pero el tema no quedó saldado allí, lo que sería de esperar si realmente este Concilio hubiera sido un contubernio manipulado. Mas bien la controversia arriana se prolongó mucho mas allá de la muerte del obispo Alejandro, de Arrio y del mismo Constantino. Este incluso osciló entre una y otra posición después del Concilio de Nicea ya que Eusebio de Nicomedia no dejo de intrigar a favor del arrianismo aprovechando su libre acceso a él por las cercanías a su palacio de verano del emperador y las amistades familiares. Finalmente se dice que fue él mismo – Eusebio de Nicomedia, campeón del arrianismo - quien lo bautizo poco antes de su muerte.
Los herederos del imperio – hijos de Constantino – tomaron partidos opuestos. Y tantos fueron los cambios de posición de la cúpula política imperial, acostumbrada a favorecer políticamente una u otra posición persiguiendo a los líderes de la que caía en desgracia, que Atanasio, sucesor de Alejandro en el obispado de Alejandría, fue desterrado seis veces y seis veces restituido a su cargo, escapando a veces milagrosamente de sus perseguidores. Y en esos tiempos peligrosos fue cuando produjo una abundante cosecha literaria en donde defendió lúcidamente la "doctrina de los apóstoles" ortodoxa. Dios/Elohim siempre rodea a sus principales siervos de alguna forma de tribulación para afinar su espíritu y lograr su excelencia.
*definiciones doctrinarias
Para fijar conceptos de los que venimos hablando veamos como Arrio exponía su posición:
"El Verbo divino no es eterno. Fue creado en el tiempo por el Padre, que es Dios. Por tanto, sólo se le llama Hijo de Dios de modo metafórico".
Y veamos la magnífica síntesis de Atanasio con respecto a la naturaleza del Padre y del Hijo - el Verbo - que mantenemos todos los cristianos hasta hoy, en concordancia con la "doctrina de los de los apóstoles":
"siendo los dos uno, y única su divinidad, se dice del Hijo lo mismo que se dice del Padre, excepto el ser Padre".
Amen y Amen
(en otro estudio haremos un esbozo
de la "doctrina de los apóstoles",
enfocando aquello en que fue
contradicha por la herejía arriana)
de la "doctrina de los apóstoles",
enfocando aquello en que fue
contradicha por la herejía arriana)
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Nota 1):para fijar fechas al proceso de establecimiento de un Canon Bíblico inspirado transcribo este párrafo tomado de un artículo en la Red:“Los concilios de la Iglesia, el Concilio de Hipo, en el año 393 A.D. y el Concilio de Cartago, en el año 397 y 419 A.D., ambos en el norte de África, confirmaron el canon Alejandrino (con 46 libros para el Antiguo Testamento) y también fijaron el canon del Nuevo Testamento con 27 libros. La carta del Papa S. Inocencio I en el 405, también oficialmente lista estos libros. Finalmente, el concilio de Florencia (1442) definitivamente estableció la lista oficial de 46 libros del A.T. y los 27 del N.T”.
Vemos que son fechas todas posteriores al Concilio de Nicea.
Digamos claramente que la manipulación de las Escrituras – aun si alguien se lo hubiera propuesto - era tarea imposible debido a que existían originales de los textos que luego integraron el Canon por toda la “cristiandad” de entonces y cualquier cambio malicioso habría sido percibido de inmediato.. Los textos inspirados que afirmaban inequívocamente la deidad de nuestro Señor Jesucristo eran conocidos y aceptados desde 200 años antes de Nicea y así se le reconocía en todos los cultos de la iglesia primitiva.
Por lo tanto en ese Concilio solo reafirmó lo que era la doctrina ortodoxa. Demos gracias a Dios/Elohim que por la presión de Constantino - un hombre providencial para la "iglesia", sin duda - en favor de la unidad de su doctrina se pudieron combatir las herejías. No olvidemos que este emperador que fue un gozne de la historia, antes de Nicea había salvado al cristianismo naciente de las garras de un hijo del Diablo como Majencio. Es cierto que esta presión constante a favor de la unidad de la "iglesia" tenía como fin la preservación de la seguridad interna de su Imperio. Pero, como sea, evitó la dispersión y la adulteración del mensaje inspirado y colocó los cimientos firmes de una fe que alcanzaría después a todas las naciones de la tierra, según el propósito eterno de nuestro Dios/Elohim y de su Hijo.
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